domingo, enero 23, 2005

Mujer Divididda

Mujer entre Dios y el Diablo

Las huellas del Diablo apoderadas de la mente. En el cuerpo, una hoguera asfixiante del sofocamiento compulsivo. En el alma, la bondad de los cristianos marcada a fuego en la profundidad de las arterias. Foránea mezcla de la división del ser. De un ser mujer sin nombre definido que busca en la inopia el descubrimiento de sí misma.
Mujer sin vientre. El cuerpo desnudo provoca vergüenza al revelado, como una fotografía mal quitada al trasluz del nacimiento. Útero inocente, desprolijo. Vergüenza maquillada, ondulada en sedas de mares blancos.
Mujer con alma. En la fe constante en Dios, se prende el escapulario que cuelga del cuello como una presidiaria sin salida a la creencia cincelada por años, merced a la arcilla del crecimiento. La bondad transformada en dulzura desfila lentamente, entonces, por senderos ilimitados.
Mujer con mente. Ciega, atrofiada. En gruesos cordones de soledad huidiza busca respuestas inexistentes en comarcas inventadas.
Satán la encuentra y la cobija. La invade y la penetra, moldeándola como cera en manos de un mediocre artesano que jamás terminará su obra.
El juicio taladrado explota. Sobreviene la ira irreversible incorporada tras el frío interior de una soledad ahuecada en la matriz del infortunio.
Sin prisa, el viento de la noche avanza firme y se la devora como una hoja de otoño a la deriva que cae en manos criminales apoderándose del opaco sabor de la desdicha. El bien. El mal. La soledad. La ilusión del amor. ¿El terror al futuro? ¿El miedo a la muerte?
Vence el demonio en un juego macabro de vida coartada, apenas adherida al mundo por la fuerza de unos pies ajenos que la deslizan en una danza desencajada. Esa danza que gira y gira hasta hacerle sentir que ya de nada sirve ser mujer y ser auténtica.
Mujer descolorida plagian. Ni roja, ni blanca, ni negra. Ni Dios, ni cruz, ni olvido, ni defensa que valga. Sólo un demonio que se apodera de los pasos perdidos para siempre en la niebla de un espacio desconocido y lejano.
Un Leviatán que aúlla en noches de luna llena.

27-06-2002

Etiquetas: